La dibujante española es la mano que mece el lápiz de todas las ilustraciones que aparecen en la serie de Disney+

El 17 de julio de 2022 Laura Pérez (Valencia, 38 años) se levantó como hacía a diario. No sé si le costaría desperezarse más que cualquier otro día de la semana porque pasó una mala noche agobiada por el calor estival. Si se hizo un moño alto antes de servirse un café doble o un té verde. O si se puso una canción de Pink Floyd, Caribou o Sébastien Tellier antes de entrar a la ducha.
Lo que sí sé es que cogió su tablet y se puso a dibujar para cerrar varios trabajos. Que abrió Twitter para desconectar un poco y que se encontró con un escenario repleto de notificaciones: estaba nominada en la 74ª edición de los Premios Emmy a Mejor Diseño de los Títulos de Crédito por ‘Solo asesinatos en el edificio’, la serie de Disney + para la que llevaba trabajando los últimos años.
Ella no me lo ha dicho, pero creo que no es el primer premio que le presenta a su estantería: en 2020 ganó el Ojo Crítico de Cómic RNE 2020 por ‘Ocultos’. En 2018, el Concurso Nacional de Cómic Biblioteca Insular de Gran Canaria, con ‘Juega’. 2016 fue el año del IX Premio Fnac Salamandra Graphic gracias a ‘Náufragos’, y un largo etcétera.
Hablamos con ella con motivo de esta última nominación y nos cuenta, con esa humildad tan característica de la gente que carga con el peso de ser lo mejorcito en lo suyo, que existe ‘cierto estigma hacia el cómic’, que ella se dedica a esto porque nunca, nunca dejó de dibujar y que tiene una ‘libretita’ en la que va tomando notas: ‘Así, cuando voy un poco perdida voy a esos conceptos y algo crece’, sostiene.
Has trabajado en agencias, colaborado con medios como The Washington Post o National Geographic y también en el mundo editorial, con tus propios libros ‘Tótem’, ‘Ocultos’, ¿crees que la novela gráfica y el cómic son un género algo marginal dentro de la literatura?
Sí, sí que existe cierto estigma hacia el género. En países como Bélgica o Francia, por ejemplo, es distinto. Hay otra cultura del avant dessinée. Leen cómic desde muy pequeñitos. En España sí está más estigmatizado porque se asocia a una lectura para el público juvenil, cosa que es errónea porque muchos de estos libros no tienen porqué estar dirigidos a los jóvenes solamente.
De hecho, hay todo tipo de historias. Yo creo que en los últimos años ha habido un giro de tuerca que ha hecho que, como autores y autoras empiezan a contar historias con temáticas más dirigidas al público adulto, más gente se sienta identificada y se inspire en contar historias que no habían pensado que se podían contar dentro de este género.
Del mundo de la novela gráfica y el cómic has dado el salto a lo audiovisual con ‘Solo asesinatos en el edificio’. Tengo entendido que es la primera vez que ilustras unos títulos de crédito, ¿es muy distinto el proceso creativo?
Claro, no tiene nada que ver. Para hacer cómic hay dos maneras básicas de trabajar: una, en la que tú tienes una historia que quieres contar y te devanas la cabeza durante un tiempo para desarrollar el guión y darle la coherencia necesaria para que tenga forma de libro, a través de viñetas. Eres tú la que lo hace todo.
Y otra, en la que otra persona trabaja contigo en ese libro porque lo guioniza o lo dibuja. Sin embargo, el trabajo audiovisual se lleva a cabo con más personas. Con los títulos de ‘Solo asesinatos en el edificio’ somos unas 6 personas entre directora, animadores, efectos, etcétera.
La dinámica también es distinta, te van dando directrices y estás supeditado a lo que necesitan otras persona. Es un trabajo en grupo y lo chulo es que, cuando estás llevándolo a cabo no tienes ni idea de cómo se va a ver exactamente. A medida que el equipo le da forma vas entendiendo la dinámica.
Creo que el prisma está cambiando progresivamente y que vamos a tener otra conciencia sobre el cómic y sobre contar historias
¿Quiénes dirías que son tus referentes? ¿En qué te inspiras para trabajar?
Es muy amplio. Más que referentes, me fijo en conceptos. Viene mucho del mundo del cine, me fijo mucho en las paletas cromáticas de Wes Anderson y otros muchos. También en el cine mudo. Viendo los clásicos aprendes a narrar visualmente sin contar nada. El cine me encanta a la hora de estrujarme la cabeza para ver de dónde han sacado cada plano. Hitchcock, Kubrick, Bergman, etcétera.
La literatura, también: voy tomando notas en una libretita. Lo que leo sirve para nutrirme de ideas. Así, cuando estoy un poco perdida voy a esos conceptos y algo crece. Me influye mucho la literatura para imaginar cosas. Si tomas notas se traducen en una imagen visual rápidamente.
El cómic es una fuente de inspiración, me gustan muchos autores y autoras. Así como las visitas a los museos. A todo tipo. Porque le dan valor a la imagen en sí misma y te invitan a hacer tu propia reflexión. A mí creo que me influye mucho a la hora de crear simbolismo. También lo hacen las máscaras y las figuras antiguas. Y luego, la música, que enfatiza mucho el estado de conciencia alterado.
He leído que Lisa Bolan, del estudio Elastic, que son responsables de créditos como de ‘Juego de Tronos’ o de ‘The Politician’, se puso en contacto contigo por un dibujo que subiste a redes y habías descartado para ‘Tótem’. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Increíble. Conocí a Lisa en Los Ángeles hace 7 años y la oportunidad surgió un tiempo después. La dinámica de trabajo ha sido, por mi parte, dibujar. Después el resto de compañeros generaban la arquitectura digital para darle vida. Todo eso lo ha orquestado Lisa, que era la que tenía las ideas.
Es maravilloso que haya alguien al mando que controla, con gusto, con sentido estético y dinámico. Sabes que hagas lo que hagas le va a dar una vuelta y eso da una tranquilidad absoluta. Con Lisa todo florece y ha sido una suerte trabajar con ella. Saca lo mejor de todo el mundo. Tiene mucho ojo.

Además de los créditos, también eres la mano de Mabel, sus bocetos son tuyos, ¿cómo surge esta idea?
Jess Rosenthal, el productor, decidió escribirme en paralelo a Elastic. Me comentó que uno de los personajes, Mabel (Selena Gómez), era dibujante y que creían que sus dibujos tenían que ir en la misma línea que los créditos. Así fue.
En la primera temporada hubo mucho más volumen de trabajo que en esta última, pero ha sido muy chulo. Al principio se habló de enviar las ilustraciones vía postal, pero yo trabajo con un iPad, concretamente con el programa ProCreate, así que Mabel también sale dibujando con una tableta en la serie.
Con la pandemia no pude ir allí, y me iban mandando fotos del rodaje, de cómo dibujaba ella, de la disposición de los objetos, etcétera y en función de las imágenes yo iba haciendo las ilustraciones.
El mural que hay en casa de Mabel también lo dibujé yo. De hecho, al ver la serie he detectado que había algún cambio. Como no pude ir otro compañero pintó el mural a brocha y hay detalles, como las cejas o algún ojo, que es distinto. (risas)
Para los créditos te inspiraste en la portada de la revista New Yorker y en el gran Saúl Bass, ¿dirías que también tienen una pizquita de alguna de tus otras obras?
Sí, hay muchos elementos que tienen relación. Estaba haciendo mis cómics en ese momento. Entonces, se fueron desarrollando en paralelo y, mientras trabajaba para la serie, construía ‘Tótem’, además de trabajar en los encargos que tuviese.
Me fijo mucho en las paletas cromáticas de Wes Anderson y otros muchos. También en el cine mudo
Has compaginado la serie con ‘Espanto’, tu nuevo libro, que sale el 25 de agosto. ¿Qué nos depara esta aventura?
Espanto ha sido el libro más sencillo que he hecho en mi vida. Todo comenzó con ‘Ocultos’, porque yo quería sacar un primer cómic hecho por mí de forma íntegra. El anterior había sido ‘Náufragos’ y lo habíamos hecho entre dos personas (la propia Laura Pérez y Pablo Monforte).
Hay imágenes de ‘Ocultos’ en blanco y negro: más evocadoras, sencillas y conceptuales. Al construir el libro se quedó una mezcla de historias en color y, de repente, imágenes sueltas que no tenían nada que ver. Pensé que hacer un libro en blanco y negro sería muy guay.
Mientras estaba con la serie, libros, encargos, etcétera, y ya se me había olvidado el tema de hacer otro libro, dibujaba en blanco y negro para desconectar. E iba subiendo esas ilustraciones a Instagram, para que no se me olvidasen. Funcionaban muy bien en la red, calaban mucho y tenían muy buena aceptación.
Fui haciendo más y cuando vi que tenía unos 40 escribí a la editorial Astiberri para darle forma. No sabía cómo porque la idea no era un cómic al uso, era un recopilatorio de ilustraciones donde la extrañeza es el hilo conductor. Les gustó mucho la idea. Me hace mucha ilusión publicarlo y, además, no he sufrido nada. Me parece increíble sacar adelante un libro sin sufrir un montón.
¿Has visto ya la última temporada de ‘Sólo asesinatos en el edificio’? Cuéntanos qué te ha parecido en comentarios.